Ahí estamos los once que ayer subimos al Mulhacén (
Floren,
Pedro, Montero, Juan, Ricky, Enrique, Toni, Ángel, Antonio, Parro y el que
escribe). Los pioneros de una expedición que queremos mantener en el Club
Cuatro Caminos al que pertenecemos, queremos cerrar la temporada con un reto
especial, subir una montaña de más de 3000 metros. Quizás el año que viene repitamos,
ya se hablaba de otra montaña el
Pico Veleta como posible expedición 2014, todo se verá como dijo Antonio hay que dejar
reposar esta experiencia y pensar un poco más adelante en la siguiente.
En mi caso era la quinta vez que hollaba una cumbre con más
de 3000 metros y la primera que repetía (
aquí la crónica del año pasado). Siendo objetivos el Mulhacén aún
siendo la más alta para mí ha sido la más sencilla (quizás el Garmo Negro pueda
disputarle ese honor de fácil acceso). Sin duda he ascendido otras como el Anboto
la mitad de alto y el doble de complicado. Cuando asciendes a la cumbre más
alta de Andalucía, y de la península, no tienes que crestear, ni trepar, ni por
supuesto utilizar cuerdas. Subes poco a poco y llegas. El objetivo era ese
llegar, y se cumplió con creces. Salimos el sábado a las siete de la mañana de
La Algaba y llegamos aproximadamente a las once y media del mediodía, nos
equivocamos en dos ocasiones, una cuando tiramos para la indicación “Sierra
Nevada” en vez de seguir rectos por la A44 hacia Motril, tuvimos que dar la
vuelta (aquella situación fue premonitoria) la otra nos salimos a la carretera
nacional y atravesamos unos cuantos pueblos hasta que enlazamos de nuevo con la
A44 rumbo a Lanjarón. Como bien sentenció Montero “
si no nos hubiésemos
equivocado nunca hubiésemos sabido que
Padúl era el pueblo del Mamut”. Por fin
llegamos a Capileria y ahí tuvimos que tomar la primera decisión, dejar allí los
tres coches e ir andando los tres kilómetros que separan el pueblo de la
central eléctrica de Poqueira o avanzar hasta allí y dejarlos durante la noche
del sábado al domingo en un lugar poco transitado. Finalmente optamos por
avanzar, algo que agradecimos no el sábado sino el domingo ya que después de los
dos días, tener que haber hecho tres kilómetros más nos hubiese roto.
Para muchos de mis compañeros era la primera vez que subían un
tresmil y varios la primera vez que subían a la montaña, pero haciendo deporte practicamente a diario. Cuando empezaron a
sacar los equipaje y vi lo que traían recordé mis principios cuando no eres
consciente de lo que supone el sobrepeso en la mochila en montaña (Ángel se
traía hasta una bolsita de mano con nevera…). Los sacos de dormir, por
ejemplo,
eran muy aparatosos y de
invierno, cuando con un saco de +5 (su temperatura de confort se sitúa en el
límite en 5 grados) era suficiente, siendo verano y durmiendo en el refugio la
temperatura no iba a ser inferior a diez grados.
Empezamos a andar y a partir del Cortijo de las Tomas, donde
al llegar te saluda un gracioso espantapájaros, empezamos a notar la altitud y
la dureza da la montaña, cuando he dicho antes que era fácil, me refería a una
cuestión técnica. Espero que no ser mal interpretado y se entienda que subir una
montaña de 3000 metros es un asunto baladí (a pesar de Súper Paco).
Llegamos al Refugio
de Poqueira más o menos a las 18:00 horas y en el grupo pude ver caras de
alegría por haber conseguido nuestro primer objetivo, llegar al lugar en que
pasaríamos la noche y nos aclimataríamos a 2500 m. Nos duchamos y empezamos a
impregnarnos del ambiente de un refugio de alta montaña, ese en el que te
encuentras con montañeros con los que has compartido la subida y la comentas;
en el que conoces gente que viene por otras vías; en que el hablas con los
responsables del
refugio y les dices “¿Y
estáis aquí todo el año? ¿Y no os aburrís?”… Nosotros habíamos tomado la
decisión (por abaratar costes) de no cenar y llevarnos nuestra comida (lo que
suponía más peso). Personalmente era partidario de cenar no solo por cuestión
de peso sino porque entiendo que todo montañero debe vivir el clima de
fraternización que se vive en esas cenas. Nunca olvidaré aquella
en Aigüestortes en el refugio de Colomina,
nunca. Pero en esta ocasión creo que fue mejor cenar fuera, en la terraza; ya
que no éramos un grupo de personas que nos conociésemos bien y aquel momento
compartiendo viandas nos unió y preparó para la subida del día siguiente. Qué
ambientazo, pura
algabarabía (Algaba + algarabía) Risas, risas y más risas.
Ricky pletórico y todos riendo a mandíbula batiente mientras el sol dibujada
trazos rojizos en las cumbres de una Sierra Nevada que contemplaba
orgullosa a esos once alegres muchachos del Valle.
Mientras cenábamos iban llegando corredores y corredoras de
la
III SNUT (Sierra Nevada Ultra Trail)
cuando lo hacían nos levantábamos y aplaudíamos. Terminamos de cenar y seguían
llegando, nos dijeron que en ella participaba
Francisco Contreras un hombre de 74 años conocido en el mudo del ultra trail. Sobre las nueve y
media vimos como
Súper Paco bajada corriendo la senda que a la mañana siguiente
nosotros deberíamos transitar para subir en búsqueda de nuestro principal
objetivo. El hombre llegó con su camisa, pantalones de pinzas, varas de madera
y sombrero de paja. Antes otros corredores nos habían enseñado sus Garmin,
prendas técnicas, GPS y demás parafernalia ultratrailera y ese hombre con 74 años
acaba de subir a dos cumbres de 3000 metros (Alcazaba y Mulhacén) en ese día sin
apenas dotación técnica y llegaba como si no hubiese pasado nada ¡Grande Paco!
Hubo un momento para mí especialmente mágico cuando le vi llegar y cruzamos una
mirada, esos ojos negros me dijeron en un milisegundo “
yo he visto cosas
que jamás creeríais”. Ese instante acompañado de aquella tez oscura,
larguirucha y curtida me recordó a mi abuelo Julio que con 80 años seguía
subiendo a la huerta y bajaba con varias bolsas de patatas y verduras para su
mujer e hijos, estos últimos no dejaban de decirle "papá dejar ya la huerta que te puede pasar algo, eres muy mayor".
Creo que está contrastado
que quién se mueve y quiere conseguir algo vive más o por lo menos más a gusto.
Todos nos quedamos sorprendidos con el pundonor de aquel hombre.
La noche fue dura no pusieron en la habitación 5 que es
abierta y se comunica con la primera planta en la que estaban los servicios y
cada vez que alguien entraba se escuchaba el portazo, cuando empezabas a
conciliar el sueño POOOOM la puerta y otra vez a empezar.
No recuerdo muy bien cuando, pero conseguimos
conciliar el sueño.
A la mañana
siguiente nos esperaba “el sueño” de coronar el
Mulhacén.
Empezamos a subir por el río Mulhacén hasta la cumbre
hollándola a las 11:00 del mediodía, qué felicidad, fotos, tentempié, disfrutar
de las vistas, más felicidad… La sensación de llegar a una cumbre es muy
especial, el conseguir la meta que te has impuesto y ser premiado con unas
vistas tan impresionantes, como dice el anuncio, no tiene precio.
Teníamos que tomar una decisión o bajar por el mismo sitio
(ruta conocida) o hacerlo por las Lomas del Mulhacen (desconocida). La ventaja
es que Enrique (el superviviente como le llama Floren) trajo un GPS con el
track de la bajada por las lomas. Decidimos aventurarnos y poco a poco
descubrimos que era muy sencillo, la bajada por allí estaba marcada con
senderos. Hay que tener en cuenta que somos miembros de un Club de Atletismo
(no de montaña) y aquella seguridad hizo que el grupo de
cabeza empezase a correr para abajo
intentando probarse y rompiendo una de las normas que nos habíamos
autoimpuesto:
ir juntos. Nueve empezamos a bajar corriendo dando saltos y en un
momento paramos para agruparnos con los que iban andando: Toni y Enrique (el que llevaba el Track, el
mapa) vimos a lo lejos que los dos bajaban por un pedregal dirección
nosesabedonde, ibamos por el camino equivocado. Cuatro irresponsables decidimos ir en busca de los dos responsables
guías y cinco tiraron hacia delante por los senderos marcados. Pronto dejamos
de ver a estos cinco temerarios que intentaban bajar al refugio sin mapa.
Empecé a pensar lo peor, y pesó sobre mí la falta de responsabilidad que había
adquirido para con aquel grupo de compañeros que nunca habían estado en la
montaña. Los miedos te vienen
y se
quedan y te influyen en la bajada, mis piernas que hasta entonces estaban
ligeras empezaron a flaquear solo de pensar que aquellos cinco compañero se
podrían perder en la montaña. No hacíamos otra cosa que mirar hacia el sendero
que bajaba al refugio cuando vemos a Parro y Floren que bajan corriendo la
cuesta. Menudo subidón de alegría al comprobar que no solo estaban a salvo sino
que iban a llegar corriendo y antes que nosotros al refugio. Cuando nos
agrupamos nos dijeron que el camino no tiene ninguna perdida hay un cruce que
con un señal indica claramente al refugio. El track que llevaba Enrique fue el
que un usuario de Wikiloc había subido no el oficial. Si antes dije que subir a
la cumbre por la ruta río Mulhacén es fácil ahora digo que hacerlo por la vía de
las Lomas es facilísimo. Solo requiere tiempo (y un poco de preparación física).
Nos agrupamos y cogimos las mochilas que habíamos dejado en
el refugio. Bajamos hacia los coches con el dulzor y entusiasmo de aquel que
ha conseguido lo que se ha propuesto a pesar de las trabas encontradas.
El año que viene más (ya se sabe no hay dos sin tres).