martes, 8 de julio de 2014

Walden 3


Juan José Cruz en la cumbre del Mulhacén


"La vida de nuestra ciudad se estancaría si no fuera por los bosques inexplorados y los prados que la rodean" Henry David Thoreau.

Pues resulta que uno de los momentos intensos de este pasado fin de semana fue hablar con Laureano sobre libros bajando del Mulhacen. Me comentó que está leyendo actualmente es "Desobeciencia civil". Le dije que cuando quiera le dejo el Walden del mismo autor, el que preside este post con la frase de la ciudad. Las veintidos personas que el sábado iniciábamos la ascensión al Mulhacen huíamos del asfalto incluso desobedecíamos el convencionalismo de un fin de semana en el bar, discoteca o sofá. Emprendimos una aventura, para varias personas nueva, subir una montaña. Tiene valor, que la primera cumbres que hoyan algunos sea la más alta de la península, mucho valor.
Fue un día de pura vida en la montaña.
Disfruté con sus gestos, sus caras de ilusión al subir a la cumbre, el sufrimiento recompensado, la comida compartida, las risas y sonrisas, los excesos y defectos... ¿Defectos? Para mí hubo uno. Tengo la costumbre de que cuando llego a la cumbre de una montaña me doy la mano o me abrazo con mi compañero o compañera de subida.Costumbre  que forma parte de un ritual que me gusta porque es una forma de compartir el esfuerzo y la emoción, el domingo a unos diez minutos de llegar a la cumbre empecé a darle vueltas al asunto y concluí que fuese el grupo el que decidiera, se decidió llegar en bloque y felicitarnos sin más, no hubo abrazos ni apretones de manos; tuve una sensación huerfana, me faltaba algo y no tuve el coraje de desbloquearme cogiendo a quien fuese que estuviese a mi lado y darle un apretón de manos o abrazo.
Me arrepiento.
Pero bueno, ese defecto fue la punta del iceberg por lo demás fue una subida parecida a las otras dos que había hecho al Mulhacén. Esta la más masiva y quizás la más accidentada Mari la mujer de mi compañero de cordarda Enrique tuvo que bajar cuando llegó al refugio el sábado por la tarde, sin duda la cordura en la montaña es la más sabia de las consejeras. Mención especial para Felix Nieto Espartero que fue más valiente que el torero que lleva de apellido subiendo y bajando con tan solo 10 años y nos dio una lección de pundonor.
Un fin de semana de vida, pura vida de montaña.
Suerte a mi compañero Juan Sánchez Bayón que recoge el testigo en la sección de montaña de nuestro club de atletismo Cuatro Caminos. Nuevas montañas nos esperan, nuevas aventuras nos aguardan.