domingo, 5 de julio de 2015

III Subida al Mulhacén



Piernas cargadas, ampollas en los pies, dolor de cabeza por insolación, enrojecimiento de ojos, nuca abrasada... Pues no me duele nada, no me molesta, estoy contento con estos dos días de montaña. He cargado energía para un tiempo en Sierra Nevada, con otros cinco compañeros de expedición. Ha sido duro pero reconfortante. Me da igual lo que esté pasando en Grecia a estas horas, la sensación placentera de haber vivido dos intensos días en conexión con la naturaleza me ha abstraído.
Tradiciones se hacen leyes y llegado el primer fin de semana mi Club de Atletismo Cuatro Caminos organizaba la tercera subida a la cumbre más alta de la península, Juan era el encargado este año de tenerlo todo a punto. Se fijó un tope de veinticuatro personas, llamó y reservó en el Refugio de Poqueira. Pero este año la convocatoria no iba a ser tan masiva, muchas personas ya habían subido las dos ediciones anteriores. El grupo se reducía a seis. Al ser un grupo reducido nos planteamos un recorrido más exigente, además llevábamos a Félix que es la persona ideal para construirte un plan alternativo con buenas dosis de adrenalina. El inicio de nuestra marcha sería la Hoya de Mora.
Cuando vas en grupo siempre negocias e intentas planificar consensuadamente, llegar al consenso "coger lanzadera desde la Hoya a Posiciones" nos costó mucho debate. No habíamos reservado plaza de bus ya que a priori haríamos andando ese tramo. Pero junto al albergue universitario y las lanzaderas analizamos de nuevo la situación, la subida carecía de belleza ya que tendríamos que transitar por pistas y remontes de la estación de sky, además ganábamos una hora y media a un recorrido largo que nos quedaba. Cuando nos íbamos andando porque no teníamos plaza uno de los conductores nos dijo "esperad que vamos a fletar otra furgoneta y tenéis sitio". Eramos seis que junto a otra pareja de montañeros aportábamos un total de cuarenta euros a la causa, no lo dejaron pasar y fletaron otro vehículo. En media hora estábamos en las Posiciones del Veleta a 3.100 m de altitud.
A las 5:30 de la mañana nos juntamos en La Algaba a prácticamente nivel del mar y a las 10:30 habíamos aplicado a nuestros cuerpos un desnivel de 3.100 m. esó nos pasó factura a algunos ya que en ocasiones nos ahogábamos y teníamos pequeños mareos, lo que añadió a la dificultad de la montaña, la carencia física.
La caminata comenzó por una senda que baja al Corral del Veleta, por el Veredón Superior hasta llegar al collado de Veta Grande, donde tomamos contacto con la primera de las subidas con bastante pendiente, pero mereció la pena ya que llegamos a una laguna preciosa (Laguna de la Gabata) donde hicimos un pequeño descanso. "Uff no puedo"; "Me cuesta respirar"; "Me mareo" eran algunos de los comentarios junto al que lo presidía todos "Esto es impresionante".
Seguimos hasta otra laguna, en esta ocasión la Larga. Los senderos cuando se empinaban buscando otro nuevo Corral estaban acompañados de roca suelta, esto se agudizó en la subida que coronaba el Pico Juego de Bolos. Félix y Toni, el más joven de la media docena de locos que estábamos disfrutando en la montaña, estaban fuertes y decidieron subir al Pico desde el que, al parecer, hay unas fabulosas vistas. Gabriel y Antonio Palacios "Pala" junto a mí y Juan subimos hasta contemplar al otro lado otra laguna junto a la imponente cara norte del Mulhacen. Arriba nos pegó mucho viento y empezaron las fisuras mientras esperábamos a la pareja atlética: "porque hemos tenido que hacer este recorrido"; "cómo se os ocurre meternos por aquí"; "mañana yo no subo al Veleta me voy directamente al coche"... A mí solo se me ocurría decirles que cuando llegásemos al refugio lo veríamos de otra forma y que al día siguiente (hoy) estarían mucho mejor físicamente ya que habrían asimilado la altitud.
Llegaron Felix y Toni, de nuevo nos surgía una duda bajar a la Laguna de la Mosca (2.895 m) a comer o coger la subida a la derecha comiendo en alguna piedra sin desviarnos. De nuevo dividimos el grupo ellos bajaron a la Mosca, nosotros comimos entre las lascas de piedras junto al sendero que se inicia en el Collado del Ciervo y tiramos para arriba. Subida dura, zigzagueante por la cara norte del Mulhacen, en esta ocasión sin mucha piedra. Llegamos al punto que nos une a otra ladera (3.120 m.). De nuevo viento. Tenemos a nuestra izquierda la subida a nuestro objetivo y la derecha la Caldera del Mulhacén con su refugio y pequeñas lagunas diseminadas.
La subida por el canchal de pizarra que llega a la cumbre donde dicen que fue enterrado el rey nazarí Mulai Hassen es "sencilla", pero prolongada. Te exige imprimir un ritmo constante y cierta entereza mental ya que ves el objetivo ahí y parece que no llegas nunca. Pero llegamos:



Momento de abrazos en la cumbre y sesión fotografica, además también charlamos con otros montañeros, incluso con ciclistas que subieron hasta la cumbre en bici (habían salido a las 5:30 de Salobreña 90 km. y después volvían sin hacer noche en ningún sitio, estos sí que están locos).
El objetivo estaba conseguido, pero ahora quedaba la bajada, con el ansia de sentarnos a tomar una cervecita fría y una duchita (también fría, a elección personal). Bajamos por el río Mulhacén y tras varias desilusiones vimos a unos 200 m. el Refugio de Poqueira. Fin de etapa. Habían sido casi nueve horas de caminata que era recompensada con el buen trato del personal del refugio y por unas instalaciones cada año mejor cuidadas.
Charla en la terracita con cerveza.
Cena copiosa: sopa de habichulas, ensalada de patata y pollo.

Dormir... hasta que sonó el despertador de Gabri a las 5 de la mañana. En la foto hace como que no sabe de qué hablamos. Después vuelta y vuelta en el saco hasta las 7, hora en la que comenzaba otra nueva aventura, la de vuelta.
Los ánimos estaban más calmados y nuestros cuerpos descansados, quedaba en el aire hacer cumbre en el Pico Veleta. Subimos por donde llegamos al refugio ayer y en un punto cruzamos el río Mulhacén hasta coger la senda que nos llevaría a Río Seco, ascendimos por este río cuyo adjetivo le viene como anillo al dedo... Ni una gota de agua, hasta llegar a la pista que venía de la Caldera. Desde ese tramo todo fue muy llevadero, alcanzamos el refugio de la Carihuela aunque antes coincidimos con el VI Sierra Nevada Montain Festival que en su segundo día realizaba una carrera de media maratón por montaña. Cuando llegamos al avituallamiento estaba el último corredor de la carrera, Manolo de unos setenta años, la organización me dijo que no era el primer año que hacía la carrera y que lo hacía sin un pulmón. Todo un ejemplo, otro loco.
Al haber pasado el último corredor la organización nos dijo que cogiésemos lo que quisiéramos, y allí hicimos una parada con melón, naranja, isotónico, barritas... Un lujo.
Quedaba la decisión final: subida o no al Veleta. Nadie se acordaba de las maldiciones del día anterior, el cuerpo estaba tonificado y les pedía otra cumbre, en media hora desde el refugio de la Carihuela llegamos a nuestra segunda cumbre del fin de semana (tercera en altitud de la península)

Cumbre en el Pico Veleta (3.396 m.) con el Mulhacén al fondo mirándonos sonriente.

Lo demás, fue bajar por las pistas que nos habíamos ahorrado el sábado, risas, buen ambiente y vuelta para casa.

Uno llega a casa y poco a poco va saliendo de esta abstracción montañera, parece que ha triunfado el NO en el referéndum de Grecia.

¡Qué sería el mundo sin locos!